Para llegar a las conclusiones del estudio, que ha sido publicado en la revista Scientific Reports, los científicos seleccionaron una muestra de 120 roedores, y administraron a una parte de ellos una dieta que incluía polvo de tomate durante 35 semanas, mientras que al resto de los animales se les ofreció una alimentación que carecía de la esencia del fruto. Después se les expuso a la luz ultravioleta (UV) para conocer su reacción tumoral ante ella.
El efecto protector del tomate solo ha sido notable en los ratones varones, pues siguiendo la misma metodología del estudio no se produjeron variaciones en el riesgo de las hembras de desarrollar cáncer de piel. Esto ocurre, explica Tatiana Obery, una de las autoras del trabajo, porque el sexo puede ser determinante en los resultados, por lo que se debe tener en cuenta a la hora de realizar una investigación.
Según los expertos, los motivos principales por los que el tomate parece ser bueno para proteger la piel del cáncer se relaciona con la cantidad de carotenoides que contienen y, en especial, por su alto contenido en licopeno, ya que se ha demostrado que estos pigmentos que proporcionan el color a los tomates actúan como un escudo natural ante los rayos ultravioletas.