Hasta ahora. Porque desde hace apenas una semana ha comenzado la comercialización de Dengvaxia, la primera vacuna contra el dengue en el mundo y en la que la compañía farmacéutica Sanofi Pasteur lleva más de 20 años trabajando. Por el momento se ha autorizado la distribución y venta de 1 millón de vacunas en México, un país que en 2014 destinó 3.200 millones de pesos (casi 150 millones de euros) a gasto sanitario para atender a los más de 30.000 contagiados por la enfermedad.
Sin embargo, un reciente estudio que revisa los resultados de las investigaciones realizadas por la farmaceútica en más de diez países, publicado en la revista Science y realizado por científicos de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (Estados Unidos), sugiere que la vacuna mal administrada puede tener efectos perjudiciales.
Así, si bien la vacuna contra el dengue ha demostrado reducir las cifras de afectados y de casos que requieran hospitalización en hasta un 30% en las regiones más castigadas por la enfermedad, no lo hace en zonas en las que la incidencia de transmisión es menor, donde la administración de la vacuna ha incrementado los casos de ingresos hospitalarios como consecuencia de un agravamiento de la enfermedad. Esto, según los investigadores, se debería a que el organismo, en aquellas personas que no han sido afectadas previamente, identifica a la vacuna como una primera infección por dengue, de forma que en la segunda acometida del virus, que suele ser más virulenta, el cuerpo genera una respuesta inmune que cursa como reinfección, agravando los síntomas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en base a las conclusiones arrojadas por esta investigación, recomienda que la vacuna solo se administre en áreas en las que existe un alto porcentaje de casos de dengue para facilitar así un uso correcto de la misma, ya que la vacuna solo debería ser administrada a aquellas personas que previamente hayan contraído la enfermedad vírica de forma natural. Para salir de dudas, los investigadores proponen la realización de un análisis de sangre para comprobar si las personas que van a recibir la vacuna han sido infectadas en el pasado, ya que en algunas ocasiones la enfermedad puede transcurrir de manera asintomática o con síntomas muy leves.