De momento, estos fármacos se han probado solo en modelos animales, en concreto en ratones, hurones y monos, a los que les inocularon dosis mortales de dos de los subtipos de influenza más agresivos, y que en la mayoría de los casos consiguieron sobrevivir.
Los científicos estadounidenses, del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Contagiosas de EE.UU. actuaron contra la hemaglutinina (HA), una sustancia que se encuentra en la membrana exterior del virus de la gripe, utilizando ingeniería de proteínas para provocar una serie de cambios hasta lograr una HA sin cabeza pero con un tallo que conservaba la capacidad inmunogénica y, por tanto, activaba las defensas del organismo.
Comprobaron su eficacia en ratones y hurones a los que inyectaron una dosis letal de un virus del tipo H5, a pesar de que la molécula de HA empleada procedía de dos cepas de la gripe H1N1, y todos los ratones a los que se administró la vacuna sobrevivieron –todos los del grupo control no tratado murieron–, y en el caso de los hurones murieron dos de los seis vacunados, y todos los no vacunados.
Los investigadores europeos, del Centro de Prevención Janssen y el Centro de Investigación Scripps, también eliminaron la cabeza de la hemaglutinina, y alargaron el tallo sin afectar a su estructura para que el sistema inmune pudiera continuar detectando la proteína. La vacuna se probó en macacos, a los que inocularon una dosis mortal de H1N1, y todos los tratados sobrevivieron mientras que los que no habían recibido la vacuna murieron.
Estos científicos repitieron el ensayo de la vacuna –de la que desarrollaron cuatro versiones a partir de una proteína de la gripe H1N1– con un grupo de macacos cangrejeros que son más similares a los seres humanos, y aunque los animales vacunados tuvieron síntomas gripales, como fiebre, ninguno de ellos murió, algo que sí ocurrió en el caso de los que no habían sido tratados.