Los investigadores comenzaron por examinar la base de datos del genoma de T. Cruzi e identificaron tres proteínas que presentaban un gran potencial para desarrollar una vacuna, por su capacidad para convertirse en antígenos, y administraron a los ratones una inyección con ADN que codifica las dos proteínas con los antígenos más poderosos y, tres semanas después, una segunda inyección que contenía las proteínas reales.
Tras completar la serie de inmunización, entre cuatro y seis meses después, expusieron a los animales a T. Cruzi, y observaron que el nivel de parásitos en los ratones a los que se había inmunizado era entre dos y tres veces menor en comparación con los ratones que no habían recibido la vacuna.
Como ha explicado Nisha Garg, profesor en los departamentos de Microbiología e Inmunología y Patología, a pesar de que la inmunidad proporcionada por la vacuna disminuyó ligeramente a los seis meses de la inmunización de refuerzo, todavía aportaba dos veces más control de los parásitos, por lo que este experto considera que esto podría bastar para evitar que se propagase la infección y prevenir los síntomas del Chagas crónico en los afectados.
Los autores del trabajo afirman que esta vacuna induce inmunidad a largo plazo contra el T. Cruzi, y que la inmunización de refuerzo podría contribuir a mantener o mejorar dicha inmunidad contra la enfermedad de Chagas.