Anticonceptivos: ¿pueden afectar la fertilidad?

Anticonceptivos: ¿pueden afectar la fertilidad?

Primer gran mito: los anticonceptivos hormonales

Estas alternativas de contracepción pueden ser orales, inyectables y transdérmicas. Son compuestos hormonales que impiden la ovulación mientras se administran, por lo que se retoma la ovulación normal al mes o dos de ser suspendidos.
Éstos anticonceptivos se perfeccionaron con los años y hoy numerosas formulaciones, todas comparables en eficacia, pero adaptables al perfil de cada mujer según características y necesidades particulares. Desde que apareció la píldora en los años 60, se ha reducido considerablemente la cantidad de hormona presente en el preparado hasta llegar a  los anticonceptivos minidosis, con muy escasos o nulos efectos colaterales.
De esta manera, no es necesario el “mes de descanso anual” en el que se debe suspender por un mes las pastillas y éstas se pueden utilizar por muchos años sin consecuencias.
La principal preocupación de muchas mujeres es que al suspender la medicación persista un estado de trastornos en la ovulación, que impida un embarazo. Frente a esta idea, se ha comprobado hace ya muchos años que dos a tres meses después de dejar de utilizar un anticonceptivo, se retoma la frecuencia menstrual habitual. Es decir, si la persona ovulaba mensualmente antes, volverá hacerlo tras interrumpir los anticonceptivos. Si, en cambio, la paciente tenía trastornos en la ovulación, los seguirá teniendo al volver a su ciclo habitual.

Más infundada aún es la preocupación de que el uso de anticonceptivos hormonales aumenta el riesgo de cáncer ginecológico. De hecho, está demostrado que los anticonceptivos orales no sólo no lo aumentan, sino que disminuyen  entre un 40 y 50% el riesgo de tumores malignos de ovario y de endometrio, un efecto sostenido varios años después de suspender su utilización.

Segundo gran mito: el DIU

El Dispositivo Intrauterino (DIU) más utilizado es el que contiene cobre, el cual causa un estado de inflamación mínima permanente en el endometrio, que de hecho es el mecanismo anticonceptivo y neutraliza a los espermatozoides.
La preocupación real en cuanto a este dispositivo se basa en el hecho que al estar los hilos del DIU en la vagina, las bacterias que puedan infectar esta zona asciendan por esos hilos y trasladen la infección dentro del útero o las trompas. Pero la paciente que realmente tiene riesgo de infertilidad posterior es aquella que, teniendo un DIU de cobre, contrae una enfermedad de transmisión sexual, típicamente gonorrea o chlamydias, que dejan un daño anatómico en las trompas.
Debemos destacar que la paciente con DIU que tiene pareja estable no padece este riesgo. De la misma manera, un control periódico médico cada seos meses, previene o disminuye este riesgo.
Por otra parte, el DIU endoceptivo, que tiene progesterona, no sólo no presenta este riesgo, sino que la hormona aparentemente confiere una cierta protección para las infecciones ascendentes. Esto lo hace un anticonceptivo de elección en las pacientes que no tuvieron embarazos y no pueden tomar anticonceptivos, ya que no presentan consecuencias en la futura fertilidad.
Otra preocupación habitual en cuanto al uso del DIU es el temor a una perforación uterina. Esto, cuando sucede,  se relaciona más a la colocación misma del dispositivo, y es poco frecuente en manos expertas. La perforación y migración del dispositivo a largo plazo es una rareza.

Conclusión

En resumen, un uso adecuado de la anticoncepción no sólo no impacta en las posibilidades de concepción futura sino que además evita embarazos no deseados y posibilita la planificación del momento adecuado para lograrlo.

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