Se sabía que el estrés puede generar un exceso de algunas hormonas, como la adrenalina, lo cual daña el aparato cardiovascular, pero no se tenían detalles sobre el modo en el que eso sucedía, ni las partes del organismo implicadas.
El reciente estudio indica que es la amígdala la que, cuando incrementa su actividad, envía señales a la médula ósea para producir más glóbulos blancos. Estos últimos actúan sobre las arterias provocando su inflamación, causando infarto o apoplejía.
«Nuestros resultados aportan una revelación única de cómo el estrés puede llevar a enfermedades cardiovasculares», manifestó Ahmed Tawakol, vocero del estudio.
A esa conclusión llegaron los científicos a partir de dos estudios realizadas con más de 300 personas, cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista médica británica The Lancet.
El primero de ellos se basó en una evaluación del cerebro, la médula ósea, el bazo y las arterias efectuada a 293 personas. La revisión se extendió durante casi cuatros años.
En el otro estudio se observó la conexión entre el estrés y la inflamación corporal, donde nuevamente se registró un aumento en la actividad de la amígdala en los estresados.
Respecto a la segunda investigación, en la que fueron analizadas 13 personas, los especialistas remarcaron que los que tenían más estrés también presentaban más movimiento en la amígdala y más hinchazón en las arterias y la sangre.
Por su parte, Jorge Lerman, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y de la Fundación Cardiológica Argentina, afirmó que los adelantos en la materia son clave, ya que «el estrés es uno de los factores de riesgo más difíciles de combatir, porque en gran medida no depende de la persona y no hay medicación para tratarla».