— Padre, tengo aquí dos billetes de 100 que le voy a dar. A cambio, me gustaría que modifique un poco el texto original ...
En concreto, me gustaría que cuando me estuviera hablando a mí, ignorar la parte que dice que debo prometer "amar y respetar a mi esposa, ser fiel a ella hasta que la muerte nos separe".
El sacerdote toma los dos billetes sin decir una palabra y el novio se marcha satisfecho.
— Prometes arrodillarte a ella, obedecer a todos sus pedidos, llevar su café a la cama todos los días, y jurar ante Dios y esta mujer excepcional que jamás mirarás a otra mujer?
El novio traga en seco, se pone morado de rabia, mira a su alrededor con ansiedad y responde con una voz casi imperceptible:
— Sí, lo juro.
Luego se inclina hacia el sacerdote y murmura:
— ¡Pensé que teníamos un trato!
El sacerdote pone los dos billetes de 100 en el bolsillo del novio y le dice al oído:
— Lo siento mucho pero... ¡La novia duplicó su oferta!