El policía se escondió, de noche, detrás de un cartel y esperó.
No muy tarde vio salir a un hombre dando tumbos y moviéndose haciendo eses, probó contra varios autos sus llaves.
Viendo que no abría ninguno, se sentó dejándose caer al suelo.
Bastante más tarde, cuando el local cerraba, todos salieron subieron a sus coches y se fueron, entonces el borracho se levantó y se dirigió al único vehículo estacionado, lo abrió y se subió. El policía rápidamente lo atrapó y lo esposó. Buscó el alcoholímetro para realizarle el test y lo probó contra el hombre. Este dio 0.0 de alcohol...
— ¡¡No!!, ¡¿Cómo puede ser esto?! — preguntó el policía con los ojos como platos, a lo que el hombre le respondió.
— Bueno... verá agente, ...hoy me tocó a mí ser el señuelo...