Ella siente cómo éste reacciona inmediatamente a las caricias y se le eriza el bello.
Pasa una de sus manos por su espalda y llega atrevidamente hasta la parte baja de su espalda.
En este momento, la señora está ya que arde... jadeante y deseosa.
Entonces, sus piernas son abruptamente levantadas por el marido.
Ella se prepara, levanta las caderas y se dispone a ser tomada, cuando de pronto su marido suelta sus piernas, gira sobre sí mismo y se acomoda en su lado de la cama.
La mujer, asombrada y respirando agitadamente pregunta:
- "¿Qué pasó?"
El marido responde: - Ya.
- ¿Ya...?, ¿ya qué, grandísimo cabronazo?
- Duérmete, mi cielo... que ya encontré el mando de la tele.