En el estudio, que ha sido dado a conocer en la revista Toxic, se analizó el veneno de 16 especies de lagartos, entre los que estaban especies de Asia Australia y África. Entre ellos se encontró que el perteneciente al más grande del mundo, el dragón de Komodo y otras especies relacionadas, tiene propiedades anticoagulantes que podrían ser utilizados en fármacos para controlar enfermedades derivadas de este problema hematológico.
Al parecer, estos reptiles no inyectan la sustancia tóxica en sus presas para matarlas de manera directa, sino para poder debilitarlas y atacar con mayor facilidad. Este desgaste se produce gracias a unas toxinas que se encuentran en el veneno y que provocan en el adversario parálisis muscular, hipotermia y hemorragias. Este último daño es el que hizo a los investigadores querer conocer su posible utilidad para desarrollar fármacos para humanos, pues evitarían los coágulos en su sistema circulatorio.
Estas toxinas interactúan con el fibrinógeno, una proteína de la sangre que tiene tres cadenas de polipéptidos y que son las encargadas de la creación de los coágulos. Una de las ventajas de las toxinas del veneno es que pueden actuar de manera individual sobre esas tres cadenas, por lo que los autores afirman que podrían ser utilizadas en fármacos para tratar problemas muy específicos de coagulación en humanos, como infartos de miocardio, derrames cerebrales o ictus.
Aunque todavía quedan muchos estudios para que pueda llegar a comercializarse algún medicamento con este componente, el descubrimiento parece ser prometedor, según sus propios autores, pues ayudaría a evitar miles de muertes.