San pedro lo entrevista para el ingreso:
— Disculpe, edad y nombre, por favor.
— No... no lo recuerdo, soy muy anciano.
— Bueno... ¿Es oriundo de?
— Perdone, pero no me acuerdo...
— ¿Nacionalidad al menos? — Mmmm noo...
En eso la fila se empieza a impacientar mucho, para que saquen al viejito.
Jesús escucha todo el lío y sale a ver qué ocurre:
— ¿Qué ocurre San Pedro..?
— ¡A ver hombre, cuénteme ...!
— Es que yo tengo muuuuuuchos años...!
— Ya, pero de algo tiene que recordar..., ¿a qué se dedicaba en la tierra...?
— Eso lo recuerdo, ...yo era un carpintero muy pobre, tenía un establo muy pequeño....
— ¿Ud. tuvo un hijo...?
— Sí, pero hace muuuuucho, muuuchooo tiempo.
— Y... ¿Cómo lo tuvo?
— Recuerdo..., sí... recuerdo que fue de forma poco convencional , ...casi un milagro ...
Para entonces Jesús ya estaba lagrimeando de emoción ... El viejito continuo:
— Mi hijo le cambio la vida a millones de personas, su historia fue contada en muchas lenguas inspirando la bondad y el bien en la gente,
¡¡¡el mundo entero lo ama!!
En eso ya Jesús rompe a llorar, lo abraza y le dice:
— ¿¿¿¡¡¡PAPÁ!!!???
Y el viejito lo mira con ojos llorosos y dice:
— ¡¡PINOCHO!!, ¿¿¿ERES TÚ???
