Dos chistes geniales sobre extrañas costumbres

Dos chistes geniales sobre extrañas costumbres

Un señor muy bruto, que no había salido nunca del pueblo, tiene que viajar por motivos familiares.
Cruzando el charco el avión tiene problemas y cae a una isla donde habita una tribu que no aceptan a ningún extraño, los lugareños, cuando lo encuentran en sus tierras le indican que la única forma de no sacrificarlo a sus dioses era pasando la prueba de las tres casas para ser digno de pertenecer a la tribu:
En La primera debía consumir 20 litros de vino en 10 minutos
 luego en la segunda cortarle la melena a un león que estaba hambriento
y por ultimo satisfacer a una ninfómana en diez minutos en la tercer casa.
El hombre, decidido como pocos, entra a una casa y sale a los diez minutos completamente borracho luego de consumir todo el vino, entra a la segunda casa y luego se escuchaba gritar al hombre y rugir al león, luego gritar al león y rugir al hombre, este sale a los diez minutos herido y lleno de sangre, tambaleándose completamente borracho balbucea:


— ¿Dó... donde coño está esa mujer a la que hay que cortar la melena? ... ¿Eh?




El Ministro de Asuntos Exteriores de una república africana visita Rusia en viaje oficial.
Tras una semana, una vez terminado los actos oficiales, su homólogo ruso lo invita a unos cuantos chupitos de vodka y le dice:
— Espero que haya disfrutado de la estancia en nuestro país, pero antes de irse es costumbre que practique nuestro juego nacional.
— ¿Y cuál es ese juego? — pregunta el africano.
— Bueno, la ruleta rusa, claro.
— ¿La ruleta rusa? No la conozco.
— Consiste en que usted se ponga este revólver contra la sien y apriete el gatillo.
En el cargador hay una sola bala, así que tiene cinco posibilidades entre seis de sobrevivir.
El ministro africano traga en seco, pero piensa para sí: "Soy heredero de una tribu de valientes guerreros y afrontaré esta prueba".
El hombre aprieta y... ¡clic! No se dispara.
Entonces, respira y le dice al ruso:
— Le recuerdo que dentro de tres meses me tendrá que devolver la visita...
Tres meses después, el ministro ruso pasa una semana en la pequeña república africana, y el último día su homólogo le dice:
— Espero que haya disfrutado de la estancia en nuestro país, pero antes de irse es costumbre que practique nuestro juego nacional.
— ¿Y cuál es ese juego?.
— Bueno, la ruleta africana, claro.
— ¿La ruleta africana? No lo conozco. ¿En qué consiste?.
Le conducen a un aposento donde hay seis mujeres guapísimas y completamente desnudas.
El africano le dice al ruso:
— La que usted elija le hará sexo oral.
— ¡Genial! Esto es magnífico y... ¿dónde está el riesgo? — pregunta el ministro ruso.
El africano sonríe y responde:


— Pues que una de ellas es caníbal...


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