Un hombre tenía entradas para la final del mundial de fútbol en el que se habían clasificado las dos mejores selecciones del mundo.
Cuando se sienta, otro hombre se acerca y le pregunta si está ocupado el asiento junto a él.
- No, está desocupado. Asombrado el otro dice:
- Es increíble, ¿quién en su sano juicio tiene un asiento como éste para la final del mundial, el evento más grande del mundo, y no lo usa?
El hombre lo mira y le dice: - Bueno, en realidad el asiento es mío. Lo compré hace dos años. Se suponía que mi esposa me iba a acompañar, pero falleció. Éste es el primer mundial en el que no vamos a estar juntos desde que nos casamos en 1982.
Desconsolado el otro dice: - OH! Qué pena oír eso. Es terrible. ¿Pero, no pudo encontrar a alguien más? ¿Un amigo, o pariente, incluso un vecino para que usara el asiento?
El hombre niega tristemente con la cabeza mientras dice: