— Señorita Irujo, ¿podría usted nombrarnos el órgano del cuerpo humano que, en las condiciones apropiadas, se expande hasta multiplicar su tamaño por siete, y explicar cuáles son dichas circunstancias?
La aludida se sonroja inmediatamente, pero se levanta y dice:
— Con perdón, profesor, pero yo diría que esta no es la pregunta más adecuada para hacerle a una dama de mi edad, yo tengo 14 años y a decir la verdad prefiero no contestar a una pregunta tan grosera...
— Señorita García, responda usted.
— La pupila del ojo, bajo iluminación muy muy débil, profesor.
— Correcto.
...Y ahora, señorita Irujo, déjeme decirle tres cosas que debe saber.
Primero, usted debería haberse estudiado la lección.
Segundo, tiene usted una mente sucia e impropia de una señorita de su edad.