Una mujer listilla y un hermano un poco lento, para reir sin parar

Una mujer listilla y un hermano un poco lento, para reir sin parar

Un granjero lleva su camioneta al pueblo y el mecánico dice que tiene que dejarla hasta el día siguiente, así que decide regresar caminando a su granja, que no queda lejos.
En el camino pasa por la ferretería y compra un cubo y un tarro de pintura.
Allí, un colega le entrega dos gallinas y un ganso que le debía.
Ahora nuestro granjero tiene un problema: cómo llevar todo a casa caminando.
Mientras piensa cómo hacer, se le acerca caminando una señora madura y le pregunta cómo llegar a la granja de los González; el granjero le dice que va en esa misma dirección, y que si no tuviera que llevar esa carga la acompañaría.
La señora dice:


-¿Por qué no pones la lata de pintura en el cubo?
Lo llevas en una mano; te pones una gallina debajo de cada brazo y llevas el ganso en la otra mano…


El granjero sorprendido agradece y comienza a acompañar a la señora.
En un momento le dice:


-Conozco un atajo, que nos saca del camino principal, pero nos ahorramos un kilómetro.

La dama lo mira con desconfianza y responde:
-Soy una viuda solitaria sin un hombre que me defienda. ¿Cómo sé que no me vas a llevar por el medio del campo, me vas a poner contra un árbol y vas a abusar de mí?


-¡Pero señora! Aun cuando quisiera, ¿cómo hago? Llevo un cubo, una lata de pintura, dos gallinas y un ganso. ¿Cómo hago para apretarla contra un árbol y abusar de usted?

– Pues, pones el ganso en el suelo, lo cubres con el cubo, colocas la pintura encima del cubo y …. yo te sujeto las gallinas.


 


Juan, un joven soldado en la guerrra, recibe una carta de su hermano que dice que su querido gato había muerto atropellado por un camión.


El soldado se quedó muy triste le contestó a su hermano:



– Querido hermano. Gracias por informarme la noticia, pero al ser una noticia tan triste, y yo tan solo acá en la guera, por lo menos debiste prepararme un poco para recibir la mala novedad enviándome una carta que dijera:


“El gato se subió al árbol y no puedo bajarlo.”
Después me enviabas otra carta diciendo:  


“El gato se bajo del árbol y cruzó la avenida. “
Y por último, otra carta que dijera:


“El gato volvió a cruzar la avenida y un camión lo atropelló.” ¿Entiendes?


De esta manera hubiera estado más preparado para tan mala noticia y sufria un poco menos.



Al mes siguiente, Juan recibe otra carta de su hermano que dice: “La abuela se subió al árbol y no puedo bajarla…”


 
 

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