Ella: Tú usas calzoncillos, ¿no?.
Él: Me amas solo porque mi padre me dejó una fortuna.
Ella: No, querido. Yo te amaría sin importar quien te la dejó.
Ella: ¿Cómo es que vienes a casa medio borracho?.
Él: No es mi culpa; se me acabó el dinero.
Él: Cinco centímetros más y sería un rey.
Él: Salgamos a divertirnos esta noche.
Ella: Buena idea. El que llegue primero deja la luz de la entrada encendida.
Él: ¿Ensayamos una posición diferente esta noche?.
Ella: Buena idea; tu te paras al lado de la mesa de planchar y
yo me siento en el sofá a ver televisión.
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