Estaban en el patio de un manicomio un zoofílico, un asesino, un necrófilo, un piromaniaco y un masoquista, aburridos sin nada que hacer, se proponen pensar algo para pasar el rato…
En eso dice el zoofilico:
-¡Ya se! Ya se!, capturamos un gato, y lo violamos
– ¡si! ¡si! Lo capturamos, lo violamos y lo matamos – dice el asesino
– ¡si! ¡si! Lo capturamos, lo violamos, lo matamos y nos lo volvemos a violar – dice el necrófilo
– ¡si! Lo capturamos, lo violamos, lo matamos, lo volvemos a violar y le prendemos fuego – agrega el piromaníaco
Luego de un breve silencio, todos voltean a ver al masoquista esperando su opinión y éste con mirada cómplice les dice:
– Miaauuu
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En un pueblo se está construyendo una carretera. Un joven del pueblo se sentaba largas horas a ver como se realizaba la obra cuando se topó con el ingeniero.
– Hola, soy George Frank Steven, el ingeniero que hizo los estudios y encargado de la obra y la maquinaria.
– Hola, yo soy Federico Díaz, soy del pueblo vecino.
– Veo que nunca habías visto cómo se hace una carretera moderna. Dime,
– ¿Cómo hacen las carreteras en tu pueblo?
– Bueno, en mi pueblo cuando queremos hacer una carretera de un pueblo a otro, soltamos un burro viejo y el animal escoge el camino más corto y más seguro y por ese camino hacemos la carretera.
– ¿Y qué pasa si no tienen un burro?
– ¡Pues… Llamamos a un ingeniero!
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Los siete enanitos están de viaje por Europa, y han llegado a Roma.
Ya que andan por ahí, piden audiencia para hablar con el Papa…y por supuesto se las conceden, porque claro… son los famosos siete enanitos.
Estos ingresan a la sala de audiencia, encabezados por Gruñón.
El Papa los saluda:
– Queridos hermanos, ¿Queréis preguntarme algo?…¿Hay algo que os inquiete?.
Gruñón se adelanta:
– Disculpe su santidad, queríamos saber si en Roma hay monjas enanas.
El Papa responde sorprendido:
– Pueees…no, en Roma no hay monjas enanas.
Se oyen algunas risitas y murmullos entre los enanitos.
Gruñón mira hacia atrás molesto, y todos callan.
Vuelve a preguntar:
– Y en Europa…¿No hay monjas enanas?.
El Papa responde nuevamente, con santa paciencia:
– No, querido hijo, que yo sepa, en toda Europa no hay monjas enanas.
Ahora todos los enanitos se ríen, mientras que Gruñón se va poniendo colorado,
– ¡¡¿Y en el mundo?!!… en todo el mundo!!!…¿No hay monjas enanas?”.
– No, no querido hijo, seguro que en todo el mundo, no hay monjas enanas.
Los enanitos muertos de la risa… saltan… se abalanzan uno sobre otro…se toman de las manos, y todos cantan….