El viejo cura del pueblo ya cansado de escuchar tantas confesiones de infidelidad, propuso a las personas que siempre que alguien perdiera la cabeza haciendo una infidelidad, lo que hacia en su confesión seria decir: “Señor cura he caído”.
Y así fue, siempre que alguien le decía que había caído el cura ya sabia de lo que pasó y le respondía con lo que debería rezar para salvar su alma…
Los años fueron pasando y un día el viejo cura se muere, sin tener tiempo de avisar el cura nuevo del código que habían cambiado en las confesiones. Las personas seguían diciendo que habían caído y el cura ya harto de tantas caídas se va a hablar con el alcalde:
– Señor alcalde, perdone por molestar y pero tengo que advertirle que tiene las calles una lastima… no hay un solo dia que no tenga varias personas confesándome que han caído, necesita reparar las calles y tapar los agujeros…
El alcalde como ya sabia de lo que pasaba suelta una carcajada, pero antes que le pudiera explicar al nuevo cura lo que de verdad pasaba, el cura le suelta:
– No es cosa para reirse alcalde, esta semana su esposa ya ha caído 3 veces…
Durante una clase de moral y buenas maneras, la profesora les dice a sus alumnos: a ver muchachos, vamos a ver como están en buenos modales.
– Antonio, si fueras a cortejar a una joven de buena educación, de buena familia, etc, durante una cena íntima para ustedes dos, tuvieras la necesidad de dejarla sola, para ir al baño, ¿qué le dirías?
Antonio responde:
– Espérame un momento, que voy a echar una meadita.
No, no, eso sería muy grosero y maleducado de tu parte.
Ahora le pregunta la profesora a Juan:
¿cómo lo dirías tú Juan?
– Perdón, pero tengo que ir a los servicios. Vuelvo enseguida.
Eso está mejor Juan, pero resulta desagradable decir “servicios” durante una comida, así que a ver tu Pepito, ¿serías capaz de usar tu intelecto, para intentar mostrarnos tus buenas maneras?