Como están sin sus parejas, deciden entrar para ver si vale la pena alojarse allí.
El recepcionista, un hombre muy atractivo, les explica cómo es el hotel.
– Tenemos cinco pisos… vayan piso por piso, y cuando encuentren lo que buscan, vienen a registrarse.
Es fácil decidir, porque en cada piso hay avisos que indican qué contienen.
Así que entran y, en el primer piso, en el aviso se lee, “Aquí, todos los hombres son pésimos haciendo el amor, pero son muy sensibles y amables”.
Las amigas se ríen a carcajadas y sin dudar suben al piso siguiente.
El aviso del segundo piso dice, “Aquí, todos los hombres hacen el amor de modo maravilloso, pero no tratan bien a las mujeres”.
Esto se ve bueno, pero todavía faltan dos pisos, se dicen entre si.
En el cuarto piso, el aviso es sorprendente: “Aquí todos los hombres tienen cuerpos perfectos; son muy sensibles y atentos con las mujeres; son amantes perfectos; todos son solteros, con mucho dinero y dispuestos a casarse”.
Definitivamente es perfecto, pero las mujeres están intrigadas por ver qué hay en el quinto piso, antes de quedarse en el cuarto piso.
Cuando ellas llegan al quinto piso, en el aviso dice:
“Aquí no hay hombres. Este piso se construyó sólo para probar que es imposible complacer a una mujer”.
Una mujer en el 25 aniversario de su matrimonio, con mucha ilusión esa noche,
se viste de lencería fina, con medias, ligueros y tacones de aguja incluidos, se pinta
radiante y se pone de ese perfume intenso; entra insinuante en la habitación y se
planta frente a su marido que está tumbado frente al televisor leyendo el periódico:
– Cariño, – dice la mujer -¿recuerdas cuando nos casamos, un día como hoy, hace 25 años? Aquella noche de bodas maravillosa que tuvimos y me dijiste:
‘Te voy a besar los pechos hasta secártelos.’
‘Te voy a acariciar las nalgas hasta que se te caigan.’
‘Te voy a hacer el amor hasta que te vuelvas loca.’
– ¿No tienes nada que decirme hoy, 25 años después?
El marido pensativo y algo amargado, la mira de arriba a abajo y le dice: