Dado lo pequeño del pueblo, el único candidato disponible era el plomero.
Aunque muy reticente porque estaba acostumbrada a vivir con un estudioso, la viuda aceptó.
Se celebró el matrimonio, y el viernes por la noche, después del baño ritual, el nuevo marido le dijo a la ex viuda:
-Mi madre siempre dijo que al comienzo de sábado es un precepto tener sexo antes de ir a la sinagoga.
Y lo hicieron.
Cuando volvieron del servicio religioso, él le dijo:
-Según mi padre, es un precepto tener sexo antes de cenar.
Y lo hicieron de nuevo.
Una vez en la cama supuestamente para dormir, él le dijo:
-Mi abuelo me dijo que siempre se debe tener sexo en la noche del sábado.
Y lo hicieron otra vez. Finalmente durmieron,
y al despertar en la mañana del domingo él le dijo:
-Mi tía dice que un judío religioso siempre empieza el Shabat teniendo sexo.
Y lo hicieron una vez más.
Ese domingo la ex viuda fue al mercado y se encontró con una amiga que le preguntó:
-¿Y qué tal tu nuevo marido?
-Bueno,... mira, un intelectual realmente no lo es,... ¡pero viene de una familia maravillosa!
Va un viejito a la consulta del medico y le dice:
— Mire doctor, tengo una novia jovencita y me quiero casar, pero yo cuando voy por el 1ro, voy bien. Cuando voy por el 2do empiezo a fatigarme. En el 3ero me dan calambres y escalofrios.
Y en el 4to me desplomo.
Y le pregunta el doctor asombrado:
— ¿Pero usted que edad tiene?
— Pues 97 años Doctor.
— ¿Y a su edad que mas quiere, señor?
— Pues llegar al quinto piso que es donde vive ella