Después de subir al avión, recuerda que no puede llevar ninguna clase de animales en el viaje.
El hombre va al baño y esconde los pollitos dentro de su pantalón, dejando abierta un tanto su bragueta para que los animales tengan un poco de aire.
Va de nuevo a su silla que está justo al lado de unas monjitas y se acomoda tranquilamente.
El hombre se queda dormido y las monjitas empiezan a notar ciertos movimientos excitantes en las las partes nobles del señor, y naturalmente la curiosidad las lleva a no perder detalle de lo que ocurre en ese pantalón, pues esto era completamente novedoso para ellas.
Un poco más adelante, los pollitos logran sacar sus cabezas ante los ojos de las aterradas monjas quienes deciden sacudir al hombre:
-¡Caballero, caballero, despierte...!
-¡Que ocurre! ¿Que es tanto escándalo?
A lo que una de las monjitas responde:
Mire señor, nosotras no sabemos mucho de hombres, pero...
¡Creemos que se le han reventado los huevos!
Dos amigos se encuentran por casualidad:
- Hombre, Paco, ¿qué tal? ¿qué te cuentas?
- Hombre, Pepe, pues nada, acabo de volver de viaje. He estado haciendo un curso de Lógica en Harvard.
- ¿Un curso de Lógica? ¿Y eso cómo es?
- Pues mira, por ejemplo, Paco ¿Tú tienes una pecera?
- Sí.
- Eso quiere decir que te gustan los peces, ¿no?
- ¿Los peces? Pues sí, sí me gustan.
- Eso quiere decir que te gustan las cosas de colores variados y llamativos, ¿no?
- Bueno? Sí.
- Entonces, eso significa que te gusta la belleza, ¿no?
- Hm? Sí, claro.
- Si te gusta la belleza, entonces te gustan las mujeres, ¿no es verdad?
- Hostia, ¡sí!
- ¿Ves? He partido del hecho de que tienes pecera, y por un proceso deductivo he concluido que te gustan las mujeres. ¡Eso es la Lógica!
Un tiempo después Pepe se encuentra con otro amigo, y le cuenta lo sucedido:
- Oye, ¿Sabes que Paco ha estado haciendo un curso de Lógica en Harvard?
- ¿De Lógica? ¿Y eso cómo es?
- Pues mira, mu fácil, ¿tú tienes pecera?
- Yo no.
- Pues? ¡Pues tú eres maricón y no lo sabias hasta ahora!!!
Dos tipos que van sentados juntos en el tren se ponen a hablar para matar el aburrimiento:
- ¿Y tú a qué te dedicas?
- Yo soy músico, toco el violín.
- Anda, qué casualidad, yo también soy violinista. El mejor de España, por cierto.
- ¿Tú el mejor de España? ¡Ja! Que sepas que yo soy un violinista internacionalmente reconocido.
- Pues mira, no es por presumir pero yo toco tan bien, que cuando toco en mi la iglesia de mi pueblo, en Castellón, la Virgen de madera llora. ¡Lágrimas de verdad!
- Puf, eso no es nada. Fíjate, el otro día toqué en la iglesia de Santa María del Mar, y lo hice tan bien que bajó Jesucristo de la cruz, me abrazó emocionado y me dijo: