- “Hermana Verónica, ¿ha tocado usted un miembro masculino alguna vez?”
- “Sí” -le contesta Verónica- “pero sólo con un dedito”.
- “Pues hermana, lávese el dedo aquí en el agua bendita y luego entra”.
A la segunda monja le hace la misma pregunta y ella le responde:
- “Sí, pero sólo con la mano”.
De pronto, llega corriendo y empujando la hermana Betsabé y se coloca al frente de la fila. San Pedro le pregunta:
- “¿Por qué tantas prisas, hija mía?”
- Y le contesta sor Betsabé… “Porque si tengo que hacer gárgaras con el agua bendita, quiero hacerlo antes de que la hermana Sonia meta el trasero.”
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