Más conocida como “la vitamina del sol”, porque nuestro organismo es capaz de elaborarla al exponerse a la radiación solar, pudiendo suponer hasta más del 50% de toda la vitamina disponible. Para poder sintetizar la cantidad suficiente basta con aproximadamente 10-15 minutos de exposición al sol, tres veces por semana.
Ayuda a la absorción del calcio en el organismo, manteniendo su nivel en dientes y huesos. Por ello, unos niveles adecuados de vitamina D en sangre previenen el desarrollo de enfermedades como la osteoporosis y protegen frente a las fracturas de huesos.
La deficiencia de vitamina D provoca raquitismo en los niños –lo que conduce a deformaciones esqueléticas–, y osteomalacia en los adultos, que causa debilidad muscular y ósea.
Los ancianos, las personas obesas, aquellas que tienen la piel oscura, y las que utilizan protección alta contra el sol, corren un riesgo importante de tener deficiencias de vitamina D.
Su toxicidad tiene efecto teratogénico y puede desencadenar calcificaciones extraóseas.
La vitamina D también se obtiene a través de la dieta, con la ingesta de ciertos alimentos. Aunque también existen en el mercado muchos productos enriquecidos en vitamina D.
Funciones de la vitamina D
- Colabora en la formación y mantenimiento óseo y dental.
- Interviene en el crecimiento celular y la transmisión de impulsos nerviosos al músculo.
- Participa en la coagulación sanguínea.
- Colabora en el mantenimiento del nivel de calcio en sangre.
- Aumenta la absorción intestinal de calcio y fósforo.
Fuentes de vitamina D
- Aceite de hígado de bacalao y conservas de pescado.
- Mantequilla, margarina.
- Hígado.
- Huevos.
- Queso.
- Nata, leche enriquecida.
- Pescado.
- Ostras.
- Cereales.
Recomendaciones diarias de Vitamina D:
5-10 µg/ día en adultos.